martes, 7 de junio de 2011

Reivindicaciones de la filosofía




La dialéctica de Hegel nada tiene que ver con aquellos que aseguran que, por sostener que la contradicción forma parte de la realidad, Hegel autoriza a sostener que se pueda afirmar al mismo tiempo que llueve y no llueve.


Por Eduardo Vázquez

Hay que repetirlo: la dialéctica de Hegel nada tiene que ver con aquellos que aseguran que, por sostener que la contradicción forma parte de la realidad, Hegel autoriza a sostener que se pueda afirmar al mismo tiempo que llueve y no llueve. No es esto lo que dice Hegel.

Lo que él dice es que el principio de identidad formulado como A es A o, en su forma negativa "A no puede ser No-A", convierte a los seres finitos, esto es, a los seres que necesitan para existir a otros seres, en seres absolutos, despojados de toda relación con los otros.

Hegel sostiene que no pensamos así, pues al hablar de cualquier ser, sobre todo de los seres humanos, indagamos su relación con los otros, de que dependen, de donde obtienen lo que necesitan para vivir. Hegel diría que A no permanece aislado, que siempre buscaremos en lo otro (en No-A), lo que lo hace existir y lo que lo mantiene.

Hegel utiliza para ello la expresión transitar o pasar a, tan mal traducida al español y hasta de diversas maneras por el mismo traductor, como es el caso de la edición de la Fenomenología del espíritu (F.C.E.). Y no sólo no pensamos según la identidad abstracta (esto es, abstraída de toda relación), sino que los seres sensibles no existen según ella. Ese proceso que pasará a lo otro de sí mismo, no destruye al que se niega y busca a lo otro, sino que lo confirma y fortalece.

A esto lo llama Hegel mediación: por medio de lo otro (No A), A se confirma y adquiere su verdadero ser con determinaciones y propiedades que antes no poseía.

Marx utilizó esta relación en El capital cuando se refiere al valor de cambio (Pág. 14, F.C.E. y siglo XXI, Pág. 58): "Si recordamos, empero, que las mercancías sólo poseen objetividad como valores en la medida en que son expresiones de la misma unidad social del trabajo humano, que su objetividad en cuanto valores, por tanto, es de naturaleza puramente social, se comprenderá que dicha objetividad como valores sólo puede ponerse de manifiesto en la relación social entre diversas mercancías". Para que una mercancía manifieste su valor tiene que entrar en relación con otras mercancías.

Ello es posible porque tienen algo en común: la fuerza de trabajo objetivada en ellas. Ese algo común, es lo que lo hace posible. No puede haber conciliación (síntesis), si los opuestos (antítesis), no poseen algo en común.

Esto plantea un problema para los que sostienen que puede haber una dialéctica de la naturaleza. Marx puede aplicar la dialéctica de Hegel en su teoría sobre el valor por lo que tiene en común: la fuerza de trabajo y el intercambio entre ellos es porque la relación entre mercancías es una relación social, esto es, una relación entre hombres.

Hay dialéctica en El capital porque se fundamenta en la actividad humana. Y así mismo ocurre en La Fenomenología del espíritu la obra en que Hegel despliega por primera vez lo dialéctico y la cual es su lugar de nacimiento y el de la Ciencia de la lógica.

Lo que Hegel llama el espíritu, el cual cobra existencia en la autoconciencia no es otra cosa que la igualdad humana. Es ésta la que se va a realizar plenamente en el Estado de derecho descrito por Hegel en su Filosofía del derecho, con todas las expresiones que adquiere la libertad.

De esa obra dice Perry Anderson: "La exposición escueta de las libertades que Hegel vislumbró como forma definitiva de la libertad moderna no ha sido superada" (Los fines de la historia, Anagrama, 1996).

Las categorías políticas de Hegel (igualdad, derecho, libertad) explican su rechazo por Nietzsche. En insultos y denuestos, Nietzsche supera a Chávez. Sócrates es un decadente, es la putrefacción de lo lógico y la malicia del raquítico.

¿Cuál es el crimen de Sócrates? Haber opuesto a la tiranía de los instintos la de la razón. Después de Sócrates todos los filósofos griegos, sobre todo Platón, establecieron contra los apetitos tenebrosos una claridad permanente, la claridad de la razón (El caso Sócrates).

¿Qué le reprocha Nietzsche a la razón? El que haya sometido a los instintos. Igual reproche le cabe al cristianismo. Al proscribir todos los instintos fundamentales, el cristianismo ha obtenido que el hombre fuerte es reprobable: el cristianismo ha hecho una guerra a muerte al tipo superior de hombre, esto es, al guerrero, al desconocedor de la piedad y la compasión. Esta son las virtudes aristocráticas propias de los pueblos anteriores al cristianismo. Esa religión ha sido, hasta ahora, la máxima desgracia de la humanidad (§ 89).

La promoción que hizo Nietzsche consistió en revertir los valores propios del cristianismo y del racionalismo. Ese filósofo tan elogiado por Emeterio Gómez por haber ridiculizado a Kant y a Hegel, resume la doctrina cristiana de este modo: "Todo lo bien constituido, lo orgulloso, lo petulante, sobre todo la belleza daña a los oídos y a los ojos del cristiano. Voy a recordar una vez más la inapreciable frase de Pablo: lo que es débil ante el mundo, lo que es necio ante el mundo, lo innoble y despreciable ante el mundo lo ha elegido Dios; esa fue la fórmula in hoc signo" (§ 51).

No sabemos si el Nietzsche al que elogia el profesor Gómez es el mismo del Anticristo y del Crepúsculo de los ídolos. Tal vez provoque la ira de los nietzscheanos al afirmar que todas las virtudes que él quiere restaurar (contra la compasión, la piedad, la igualdad) son propias de los nazis, e incluso de nuestros gobernantes actuales.

Deben carecer de escrúpulos, de remordimientos, propios éstos de los que tienen conciencia, la cual, según los nazis, es un invento para debilitar a los fuertes. ¿Es posible querer fundar la moral, no en la autonomía del hombre, sino en Dios y proclamarse discípulo de Nietzsche?

Vía: talcualdigital.com Enlace

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