En el capítulo dedicado a la lógica dialéctica de la mercancía –libro inédito- señalo que los marxistas han hecho una comparación forzada y artificiosa de la Ciencia de la Lógica de Hegel con El Capital de Karl Marx. Se compara, por ejemplo, la categoría ‘ser como puro ser’ de Hegel con la categoría ‘mercancía’ de Marx, y se presenta como iguales bajo el punto de vista lógico. Esta comparación es totalmente desafortunada y errónea. La causa general del error se encuentra en que previamente no se expone por sí misma la dialéctica del puro ser de Hegel, para señalar después con detallados fundamentos las similitudes con las ideas de Marx. Y el error principal en el que se incurre es que se confunde la pura nada con la nada determinada, al igual que se confunde el puro ser con el ser determinado. Hay otros pensadores, también afiliados al marxismo, que confunden el puro ser con el ser en general y con el no-ser. Por todo ello considero oportuno exponer la dialéctica del ser y la nada tal y como nos la legó Hegel. Es un hermoso canto, como todos los suyos, a la dialéctica. Aconsejo al lector que haga una primera lectura de principio a fin. Así algunos pasos intermedios que en principio no resultan tan fáciles de entender, resultarán más claros en la segunda lectura.
El aprendizaje en el pensamiento abstracto
Escuchemos, en primer lugar, a Li Bai en el poema titulado “Visito a un monje taoísta del monte Daitian y no lo encuentro”: “Ladridos de perro irrumpen en el rumor de las aguas, realza el rocío las flores de melocotonero. Fugaces se ven algunos ciervos en el bosque espeso, no se oyen campanas junto al torrente del mediodía”. De todo lo que nos habla Li Bai nada hay que podamos imaginarlo, oírlo, sentirlo. Todo es concreto: un perro ladrando, aguas sonoras, flores de melocotonero cubiertas de rocío,… No sólo es que todo sea concreto, sino que todo tiene color, olor, sonido e incluso tacto. Es un enorme disfrute para la sensibilidad leer a Li Bai. Escuchemos ahora a Hegel en su Ciencia de la Lógica: “Ser, puro ser –sin ninguna otra determinación. En su inmediación indeterminada es igual sólo a sí mismo, y tampoco es desigual frente a otro; no tiene ninguna diferencia, ni en su interior ni hacia lo exterior. Por vía de alguna determinación o contenido, que se diferenciara en él, o por cuyo medio fuese puesto como diferente de otro, no sería conservado en su pureza. Es la pura indeterminación y el puro vacío”. De todo lo que nos habla Hegel nada hay que podamos imaginarlo o representarlo. Todos los sentidos han quedado desconectados. Sólo disponemos del pensamiento para entenderlo. Y esta capacidad para entender las ideas hegelianas sin posibilidad de recurrir a los sentidos se llama fuerza de abstracción, una función psicológica más como son la atención, la memoria, la percepción y el lenguaje. Pido al lector que se esfuerce en entender. Yo disfruto tanto de un poema de Li Bai como de un discurso de Hegel. Ambos son maravillosos productos del espíritu humano.
Hegel inicia su discurso analizando el puro ser y después la pura la nada. Al analizar el puro ser llega a la conclusión de que es la nada, y al analizar la nada llega a la conclusión de que es el puro ser. Una vez que ha analizado el ser y la nada separadamente, los analiza en su unidad, esto es, como devenir. Por último, habla de los momentos del devenir: el nacer y el perecer. Presenta el nacer y el perecer como unidades de ser y nada. Aclarando que la diferencia entre esas dos unidades de ser y nada estriba en que en un caso lo inmediato es la nada, en el nacer, y en el otro caso lo inmediato es el ser, en el perecer. En suma: el ser y la nada se analizan primeramente de forma separada, después como unidad, y por último, como momentos.
El descubrimiento de que el lenguaje media la percepción y, en general, el conocimiento sensible, ha llevado a la mayoría de los filósofos del lenguaje a negar la inmediatez en el conocimiento del mundo. Esto no es más que una forma de manifestación del pensamiento metafísico, donde el descubrimiento de un lado de la contradicción, la mediación, lleva a la negación del otro lado de la contradicción, la inmediación. A este respecto merece que escuchemos a Hegel en sus primeras palabras acerca de la doctrina del ser: “nada hay en el cielo, en la naturaleza, en el espíritu o donde sea, que no contenga al mismo tiempo la inmediación y la mediación, así que estas dos determinaciones se presentan como unidas e inseparables”. Lo inmediato se entiende como el punto de partida y lo mediato como el resultado. Lo que hay que observar bajo el punto de vista dialéctico es que todo punto de partida de un proceso es resultado de otro proceso previo. Así la harina que es el punto de partida, lo inmediato, en la fabricación del pan, es el resultado del trabajo del harinero. La harina esta mediada por el trabajo del harinero al tiempo que es lo inmediato en la fabricación del pan. Por lo tanto, lo inmediato y lo mediato se presentan como una unidad. De manera que es un error que se presente la mediación como la negación absoluta de la inmediación. No obstante, he de señalar que los filósofos del lenguaje y los semiólogos sólo entienden el concepto de mediación en el sentido de algo que está en medio de dos extremos, no prestando atención a otros dos conceptos más de mediación fundamentales en el pensamiento de Hegel: uno, que cada extremo de la relación está mediado por el otro, y dos, que todo ser está mediado por el proceso que lo engendró.
Se trata de un ser puro, de un ser que carece de determinación. Por lo tanto, no es ningún ser determinado. No es una mesa, ni una silla, ni el sol, ni las plantas ni los pájaros. Tampoco es un número ni una ecuación. No hay en ese ser un contenido mediante el cual se pueda comparar con otro ser. Si hubiera algún contenido por cuyo medio se pudiera diferenciar de otro ser, un color, un olor o una forma, ya no sería un ser indeterminado, ya no sería un ser puro. Al igual que no hay en el puro ser cosa alguna que se pueda ver, oír, o tocar, tampoco encontraremos contenido alguno en el que podamos pensar. Por lo tanto, un ser que no es ningún ser determinado y que no contiene cosa alguna que pueda percibirse o pensarse, no puede ser más que la nada. Vemos aquí cumplirse una ley fundamental de la dialéctica: un lado de la contradicción, el ser, es inmediatamente su contrario: la nada.
Es inmediato porque es el punto de partida y es indeterminado porque no hay nada en él que se pueda percibir o pensar. Por eso, siendo igual a sí mismo, no obstante, no es desigual frente a otro. Y no puede ser desigual frente a otro porque no tiene ninguna diferencia en su interior ni en su exterior que nos permita comprobar dicha desigualdad. En tanto que en el ser puro no hay nada que se pueda intuir, hablaremos de un intuir vacío; y en cuanto que en el ser puro no hay nada que se pueda pensar, hablaremos de un pensar vacío.
Es la simple igualdad consigo misma. Es el vacío perfecto. Carece de determinación y de contenido. Intuir la nada es una intuición vacía, y pensar la nada es un pensar vacío. Por lo tanto, como la pura nada es la ausencia de determinación, es lo mismo que el puro ser, esto es, el ser indeterminado. Aquí vuelve a cumplirse la primera ley de la dialéctica aunque dada en forma inversa a la afirmación anterior: un lado de la contradicción, la nada, es inmediatamente su contrario, el ser.
La nada se opone habitualmente al algo. Y en este sentido se habla, por ejemplo, de la nada de pan. Pero la nada de pan es una nada determinada. Y de lo que se trataba era de la pura nada, esto es, de la nada en su sencillez indeterminada. Si en lugar de la nada y el algo se opusieran el ser y el no-ser, el no-ser no equivaldría a la pura nada. ¿Por qué? Porque en el no-ser están incluidos dos lados, el ser y la negación del ser, expresados como uno. Pero no se trata cuando se habla de la pura nada de la relación entre el ser de una cosa y su negación, sino de la negación abstracta inmediata. Se trata de la pura nada por sí, esto es, de la negación carente de relación. Si se quisiera expresar la pura nada, podría hacerse mediante el puro no, pero no mediante el no-ser. Por lo tanto, la pura nada es la ausencia de determinación y la ausencia de relación, incluida la relación consigo misma, como en el caso del no ser.
En la exposición del proceso de intercambio Marx habla de que las mercancías son no-valores de uso en manos de sus poseedores y valores de uso en manos de sus no-poseedores. Tanto los no-valores de uso como los no-poseedores son negaciones determinadas, que no deben confundirse con el puro ser o la pura nada, como hacen algunos marxistas.
Devenir: la unidad del ser y la nada
Se ha visto que el puro ser y la pura nada son la misma cosa. Puesto que hemos demostrado que el puro ser es la nada, y que la nada es el puro ser. Por lo tanto, la verdad no está en el ser ni en la nada. ¿Dónde estaría entonces la verdad? Según Hegel en la nada traspasada al ser y en el ser traspasado a la nada. Tampoco está la verdad en la indistinción, en la carencia de diferencias entre ser y nada, sino en que ellos son diferentes. Primero vimos el ser y la nada como indistintos o llegamos a la conclusión de que eran indistintos, pero ahora debemos captarlos como diferentes. Pues no debe olvidarse nunca la ley de los contrarios, de manera que la indistinción presupone la distinción. Cada polo de la contradicción supone al otro.
Al principio vimos el ser y la nada aisladamente, separados, como si cada uno tuviera una existencia independiente. Y al analizarlos, vimos que el ser es la nada y que la nada es el ser. El ser y la nada se mostraban como iguales, esto es, como indistintos. Pero ahora cuando obsermos el ser y la nada en el devenir, nuestra percepción cambiará: por un lado, entre el ser y la nada hay unidad, el ser traspasa a la nada y la nada traspasa al ser, y por otro lado, el ser y la nada son diferentes.
Pero aunque sean diferentes, por un lado, el ser y la nada son inseparables, y por otro lado, cada uno de ellos desaparece en el otro. La verdad entonces del ser y de la nada consiste en este inmediato desaparecer del uno en el otro. Y no otra cosa es el devenir: el desaparecer del ser en la nada y el desaparecer de la nada en el ser. Anotemos las leyes dialécticas presentes aquí: la diferencia de los contrarios, su inseparabilidad, el traspaso de un contrario en el otro, y el desaparecer de un lado de la contradicción en el otro.
Los momentos del devenir: nacer y perecer
El devenir está constituido por dos unidades de ser y nada. Pero existen como momentos, esto es, desapareciendo o eliminados. Y en cada unidad el ser y la nada no desempeñan el mismo papel. En una de ellas lo inmediato es la nada y traspasa al ser, esto es el nacer; y en la otra, lo inmediato es el ser y se traspasa a la nada, este es el perecer. Hay que anotar que al principio de esta reflexión imaginamos el ser y la nada como independientes, y así fueron expuestos. Pero como queda señalado, esa independencia fue imaginada. Su verdad está en que existen unidos. Pero en el devenir existe como dos unidades: en la unidad nada-ser (el nacer) lo inmediato es la nada, y en la unidad ser-nada (el perecer) lo inmediato es el ser. Repetimos: el nacer es el traspaso de la nada la ser, y el perecer es el traspaso del ser a la nada.
Analogía con el pensamiento de Marx
Según Hegel el devenir está compuesto por dos unidades de ser y nada, pero en cada unidad los dos lados de la contradicción no desempeñan el mismo papel. En el nacer lo inmediato es la nada y la nada traspasa al ser, y en el perecer lo inmediato es el ser y el ser traspasa a la nada. Mientras que Marx concibe la forma simple del valor constituido por dos unidades de valor de uso y valor, pero en cada unidad cada lado no desempeña el mismo papel. En una de ellas lo inmediato es el valor de uso y la relación es que el valor de uso expresa su valor, mientras que en la otra unidad lo inmediato es el valor y la relación es que el valor de uso existe como forma del valor. Lo que en el devenir de Hegel es el nacer, en la forma simple del valor de Marx es la forma relativa de valor; y lo que en el devenir de Hegel es el perecer, en la forma simple de valor de Marx es la forma de equivalente. Pero esta analogía sólo se establece en virtud de que en ambos casos se habla de dos unidades con los mismos contrarios, pero desempeñando cada contrario en cada unidad un distinto papel.
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