Se aplica desde primer grado y apunta a estimular el debate y el espíritu crítico entre los alumnos. Una clase desde adentro.
"Todos tenemos un deseo. El tuyo es jugar en Estudiantes, y el mio, en Gimnasia", le dice un alumno a un compañero. "Para mi no es así, porque una persona puede tener el deseo de no tener deseos", interviene un tercer estudiante. "Yo coincido con vos, porque el deseo es la presencia de una ausencia. Eso lo dijo alguien y pienso que tiene razón", aporta otro integrante de la clase. Una clase de Filosofía que no se desarrolla en ninguna facultad, sino en la Escuela Anexa. Y los que debaten son chicos de 9 años.
Filosofía con Niños es un proyecto de extensión de Humanidades que, desde hace cuatro años, se desarrolla en la escuela de calle 50. Lo encabeza Laura Agratti, integrante de la cátedra Didáctica de la Filosofía y secretaria de Extensión de esa unidad académica. Está dirigido a todos los niños -desde 1° grado- y a las maestras de la institución, muchas de las cuales ya se capacitaron y están al frente de las clases. "No se necesita estudio para trabajar esta disciplina con alumnos de primaria. Sólo se requiere que el docente se cuestione su rol, y no matarles a los chicos el 'por qué' cuando entran a la escuela", sonríe Laura.
La experiencia, vista desde un rincón del aula, demuestra que a los alumnos de la Anexa, por el contrario, se les potencia el espíritu crítico. Lo explican ellos. "Nos sentamos así (en círculo, sobre almohadones) para poder mirarnos y escucharnos entre todos", aclara una niña. "Para estar juntos y querernos", acota una compañera". "Es que somos todos iguales, nadie es superior", resalta otra. "En Filosofía cantamos canciones y leemos cuentos para debatirlos con argumentos; para preguntarnos sobre lo que dicen. Y así nos surgen ideas y nuevas preguntas", sintetiza un pequeño.
TODAS LAS MANOS EN ALTO
Hablando de canciones, ni bien se sentaron los 32 chicos comenzaron a cantar y a teatralizar "El extraño de pelo largo". Al terminar, Laura dijo "ya estamos en clase". Fue cuando salió a escena un conejo de peluche que los niños se pasan para cederse la palabra. El tema de ayer eran los deseos. Y las manos para participar del debate se levantaban de a diez o más a la vez. El disparador fue un cuento en el que una pequeña lo quería "todo". Uno de los alumnos tomó el conejo y disparó: "A mi me faltan un montón de cosas y no tengo deseos. Soy feliz así". El debate se potenció.
Laura Agratti reflexionó sobre la intervención del alumno, uno de los más activos del curso -lo que es mucho decir en un ámbito altamente participativo-. "El sabe lo que tiene y lo que le falta, y dice no desear eso que le falta". Algunos compañeros le discuten la postura.
El rol de Laura es ser "una más de nosotros", explica una de las niñas. "Es la amiga más interesada", define la compañera que se sienta a su lado. "Es que ésta es una clase donde podemos pensar distinto, o algunos igual, pero las preguntas las podemos hacer nosotros", destacan, mientras van tomando notas en un cuaderno.
Notas y cuentos. Notas y música. A propósito, Laura comenta que está con el grupo "desde 1° grado, y fue difícil, pero hoy es uno de los más activos. La música fue importantísima para la experiencia con ellos", dice y recuerda el caso de una chica que un día mintió: "Yo comencé a reflexionar sobre el tema cantando 'Qué ves, qué ves cuando me ves, cuando la mentira es la verdad' (tema del grupo de rock Divididos). Luego le pedí si me ayudaba a tomar nota de todo lo que se decía. Tenía 6 años. Estaba recién alfabetizada. Y cuando leímos el cuaderno no lo podíamos creer. No faltaba nada. Desde entonces, los chicos de 1° grado comenzaron a tomar apuntes en la escuela".
EDUCAR PARA PENSAR
El filósofo estadounidense Matthew Lipman dictaba Lógica en una universidad y comprobó, allá por los '60, que los alumnos llegaban sin saber pensar. Y pensó que el proceso tenía que empezar desde que eran niños. Desarrolló así el programa Filosofía para Niños, en 1969, bajo la consigna "Si queremos adultos que piensen por sí mismos, debemos educar a los niños para que piensen por sí mismos". En 1996, guiados por la teoría de Walter Kohan, quien cambió el "para" por el "con", en Humanidades se abocaron al tema. Hoy los chicos de la Anexa son educados para pensar por sí mismos. "El desafío es extender la experiencia", remata Laura Agratti.
Vía: eldia.com.ar
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