martes, 9 de agosto de 2011

¿La Filosofía y las Humanidades deben abandonar las aulas?




En los días recientes un reclamo ha sacudido a algunos sectores de las redes sociales. Mensajes donde claramente muchas personas se oponen a la eliminación de la filosofía y las humanidades en la educación media superior han circulado por las pantallas. Peticiones de que para dar filosofía se contrate a un filósofo como para biología se contrata a un biólogo también se han hecho presentes. Pero ¿De a qué va todo esto? ¿Por qué no deben quitar esas materias supuestamente inútiles? ¿Qué no es mejor darle más peso a las matemáticas que a las artes? A todo eso hay respuesta. Y ella radica en cómo se han venido dando las cosas.

En el blog de Gabriel Vargas Lozano se describe de manera sencilla —y apasionada— cómo se ha venido dando la discusión entre académicos y autoridades educativas. Destacando la participación del Observatorio Filosófico de México —que él coordina—, y que a lo largo del conflicto ha presentado observaciones, propuestas y recomendaciones que las autoridades ha acatado, para luego desdecirse y rematarla con un pues dice mi mamá que siempre no; básicamente el estado actual de la cuestión. Y el asunto va más o menos así:

Desde el 2008 —e incluso un poco antes—, la Secretaría de Educación Pública comenzó un proceso de reforma educativa. Las famosa Reforma Integral de la Educación Superior (RIEMS, pa’ los cuates). Para realizarse, fue necesaria la creación del “Sistema Nacional de Bachillerato”; sistema que agrupa a todos los planteles que le entren al asunto éste de la RIEMS y que se encargará de implantarlo de manera adecuada. Adecuada, claro, a los términos de la reforma. Uno de estos términos —el que más revuelo causó— fue la desaparición de las humanidades y la filosofía como asignaturas para convertirse en un “eje transversal”.

Es decir —y aquí va una metáfora que la misma SEP utiliza en sus cursos— la filosofía pasa de ser un destino a ser un camino. ¿Quedó claro? No se preocupen, a mí tampoco cuando me lo dijeron en una junta. El rollo es que, en vez de que en las preparatorias se lleven materias como “Ética y Valores”, “Lógica” o “Literatura”, éstas se convertirán es “espírutus” de las demás asignaturas, formas de ver el asunto, lentes qué ponerse. Por ejemplo, cuando el chaval lleve “Biología” se le darán nociones de bioética y cuidado al medio ambiente (que se le hubieran dado en “Ética y Valores”); cuando lleve sus clases de “Comunicación” se le darán a leer novelas (que habría leído en Literatura). ¿Bonito, no? Pues no. Como dice cierta canción de Franco de Vita: No basta.

Todas las disciplinas que engloban la Filosofía y las Humanidades —que tampoco son la misma cosa— son vastas. En un curso tradicional no basta el tiempo para meterse en asuntos tan vastos. Así de simples. Además, se corre el riesgo de que los conocimientos transversales —esos espíritus— se terminen diluyendo debido a que el maestro de biología sabe de mitosis, tejidos y reproducción de los conejos, pero puede andar fallo en cuestiones de bioética; o los conocimientos de cuidado al medio ambiente puede impartirlos como imparte la partes de la célula, sin poder dar el fundamento ético y axiológico de la cuestión —es decir, el cuidado al medio ambiente como un valor—.

Sin las humanidades —que engloban a la literatura y las artes, por cierto— y la filosofía, la escuela se convierte, como dice Gabriel Vargas: “una ‘instalación de entrenamiento técnico’”. De ser educado como humano, pasa uno a ser depositario de datos. Porque sí, la chica sabrá de pi a pa las leyes que vienen en la Constitución, pero no tendrá los fundamentos básicos para poder concluir por qué una ley justa no es necesariamente una restricción a su libertad, sino una posibilitadora de la mismo; o lo qué es peor, cómo saber si una ley es justa o no más allá de las apariencias o de si incomoda su estilo de vida presenta, como tener que separar la basura en orgánica o inorgánica.

Por ello, en 2009, la comunidad dedicada a los quehaceres filosóficos, culturales y científicos —porque la filosofía y las artes no están ni tantito peleadas con las ciencias— protestó en contra de la desaparición de estas áreas del conocimiento y la formación humana. Ante la presión de estos sectores, las autoridades educativas abrieron el diálogo con el Observatorio Filosófico Mexicano que, como otros “Observatorios” se dedican a eso, a observar; observar que se cumplan los acuerdos; que se nadie se pase de listo; que las cosas funcionen como deben hacerlo en pocas palabras. Esta organización —como es de esperarse— agrupa a la principales asociaciones de filosofía del país, por lo que garantizan una postura plural, pero firme, respecto al tema.

Fruto de este diálogo fue el famoso acuerdo 488 que tanto ha sonado por todos lados. En él, se ponían a salvo las materias que, tras eliminarse, se convertirían en espíritus transversales. Casi casi aparecidos de cuento de espantos. Dicho acuerdo entre autoridades y comunidad filosófica se publicó en el Diario Oficial de la Federación, lo que significa que era legal, con todas la ley, por las buenas y en buenos términos. Sin embargo, en 2010, la Secretaría a cargo del señor Alonso Lujambio —famoso por sus declaraciones en pro de las telenovelas— salió con su dice mi mamá que siempre no. Convocó al Observatorio y se echó pa’ atrás en lo acordado.

Y pues sí, por eso andamos malitos de nuestras Humanidades y Filosofía en las escuelas. Y no sólo eso, en el echarse pa’ atrás, también vino implícita la negativa a contratar personal docente adecuado para impartir estas materias. Como dijo el honorabilísimo (sic) director general del Consejo para la Evaluación de la Educación del Tipo Medio Superior, Antonio Gago, “hasta un veterinario puede dar clases de filosofía”. Y nada contra las y los veterinarios —miren que yo empecé mi formación académica ahí—. La cuestión es que, así como una persona cuya formación académica fue en el diseño gráfico no está capacitada para enseñar Literatura, un biólogo tampoco está capacitado para dar filosofía. Zapatero a tus zapatos. Así de simple.

¿Parece descabellada la inconformidad? A mí destemplado juicio, no. De que urge una reforma educativa, urge. Pero de ahí a aceptar a ciegas y locas lo estipulado en la RIEMS hay un enorme trecho de distancia. Las disciplinas que se agrupan dentro de las Humanidades y la Filosofía, a pesar de ser valiosas por sí mismas, también ayudan a los estudiantes a desarrollar otras habilidades que impactarán materias un pelín alejadas, como matemáticas y física. Incluso las actividades deportivas puede mejorar el desempeño de otras áreas. Por ejemplo, durante una clase de dibujo, donde al alumno se le pida retratar las dimensiones y profundidad de un objeto, se le está ayudando a trabajar su capacidad espacial, una habilidad que le ayudará con la geometría y la física. Lo mismo cuando busca controlar el impulso que le dará un balón para meterlo en la portería.

¿Han notado que muchos filósofos son muy duchos para las matemáticas? Bueno, eso es porque el estudio de la Lógica y el cultivo de la razón está íntimamente relacionado con el pensamiento abstracto y el razonamiento numérico. La Psicología —una de las ciencias sociales más populares— también se ve beneficiada con el estudio de la Ética. A través de los dilemas morales, de las diferentes posturas y conceptos de qué es lo bueno, aprendemos a desarrollar empatía hacia personas que viven situaciones distintas a las nuestras, nos ayuda a situar nuestra mente y los procesos de percepción en un contexto social y… podría seguir por párrafos y párrafos. Pero creo que la idea ha quedado expresada.

Una reforma educativa debe dar más, no quitarnos lo poco que ya tenemos.


Vía: vivirmexico.com

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