sábado, 20 de agosto de 2011

Judith Butler: "Corporalmente no somos autosuficientes".


La filósofa Judith Butler aborda en Barcelona el conflicto palestino-israelí y propone una solución que pase por el cuerpo.


El enquistado conflicto entre Israel y Palestina, con el diálogo suspendido desde el año pasado, se debe a una "cohabitación no escogida" entre dos estados unidos por "la interdependencia y la proximidad". Ésta fue una de las claves que ofreció la filósofa norteamericana Judith Butler en su visita al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) el pasado mes de julio, en una charla en la que abordó una propuesta conciliadora cuya originalidad consiste en dar al cuerpo un papel protagonista. La pensadora intervino junto a otra filósofa, Adriana Cavarero, en las jornadas Cuerpo, memoria y representación, una iniciativa del grupo Cuerpo y textualidad de la Universidad Autónoma de Barcelona, formado por investigadores e investigadoras que estudian identidades de género, sexualidad, raza y etnia en relación al cuerpo.

Butler, una de las instigadoras de la teoría queer y teórica indispensable en el terreno del pensamiento sobre -y la acción desde y para- las identidades de género, demostró en la capital catalana que una de sus mayores motivaciones como filósofa es la de andar un camino hacia aquellas condiciones que hagan que la existencia sea llevadera, y que lo sea para cualquiera. Si hace unos años se marcaba como objetivo buscar argumentos para la libertad de vivir géneros y sexualidades, en el MACBA simplificó y democratizó la cuestión al exponer que es la vida de cada uno de los seres y las personas (con sus géneros y sexualidades, por supuesto) lo que debe ser vivible.

Adriana Cavarero (centro) y Judith Butler (derecha), durante una parte de las jornadas 'Cuerpo, memoria y representación' que tuvo lugar en la Universidad Autónoma de Barcelona.





Por si su afirmación necesita matices, no parece que Judith Butler esté muy interesada en defender posiciones que contrapongan la vida al derecho de decidir sobre el género y el propio cuerpo. De hecho, si le interesan las oposiciones y las dicotomías probablemente sea para hacerlas saltar por los aires. Por eso asegura que "los vínculos antagonistas producen modos no vivibles de vulnerabilidad" que, en el caso de Israel y Palestina -uno en cada lado de la cancha-, se traducen en constantes formas violentas de tratar esa interdependencia y esa proximidad que existirán mientras lo haga la frontera que los mantiene tan separados como unidos.

Tomando argumentos de los filósofos judíos Emmanuel Lévinas, quien defendió que no podemos entendernos a nosotros mismos al margen de los demás, sin tener en cuenta al otro; y Hannah Arendt, quien sostuvo que, como no podemos elegir con quien compartimos la Tierra, existe la exigencia ética de no destruir al otro, Butler construyó su discurso sobre la dependencia palestino-israelí. "Como cuerpos, estamos expuestos a los demás: corporalmente no somos autosuficientes", aseguró, y defendió que esta condición física es precisamente la que mantiene unidos a israelíes y palestinos.


Del género a la ética









El nombre de Judith Butler se hizo popular en los círculos académicos y activistas GLBT a principios de los años Noventa, después de que su obra El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad (Paidós) desestabilizara algunos presupuestos básicos de la teoría feminista, principalmente el de que su único objeto de estudio son las mujeres (lo que escriben, lo que se dice y muestra de ellas, lo que se ha escondido a lo largo de la Historia). Butler, en cambio, propone estudiar el género como construcción social y la sexualidad como un conjunto de prácticas que no tienen por qué ser consecuencia del género: según ella, la identidad de género y las prácticas sexuales son performativas y, por lo tanto, molEnlacedeables. Es esta idea lo que hace del suyo un nombre de referencia en la teoría queer, empeñada en deshacer la distinción entre los cuerpos y deseos que se ajustan a las normas sociales y los que no lo hacen.

El proceso intelectual de esta pensadora la ha llevado a centrarse cada vez más en el cuerpo -en sus primeras obras estrechamente relacionado con el género y la sexualidad- como un elemento central de la ética. Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad (Amorrortu), una de sus obras más recientes, es uno de los exponentes de este enfoque al pensar el cuerpo como aquello que nos ata a los demás a la vez que nos define, de manera que el bienestar de los otros se convierte en una responsabilidad difícil de esquivar.

Vía: www.adn.es

0 comentarios:

Publicar un comentario

Share

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More