miércoles, 12 de octubre de 2011

Sobre estética en Wittgenstein



Joan Figueroa


Respecto a la estética encontramos una primera cita reveladora del mundo wittgensteiniano: “en arte es difícil decir algo que sea tan bueno como no decir nada”. Quien conoce destellos del pensamiento del filósofo austriaco sabrá de inmediato que a la estética le otorga, en cierto sentido, un halo similar al de la ética y al de la religión, en cuanto que escapa de lo meramente sensible y empírico para sumergirse en lo místico e indecible. Así, la estética ofrece al espíritu humano un talante superior en el mundo de la experiencia sobre las cosas, que por lo general resta en un mero análisis superficial y contingente. Es evidente, y no cabe la menor duda, que Wittgenstein se halla debidamente influenciado por la cultura cristiana, de ahí que relacione con perfecta simbiosis lo bello, lo bueno, y lo verdadero con el Absoluto; que sería – y es – la dimensión trascendente del mundo físico. La contemplación de esta dimensión metafísica es, con total propiedad, la estética.

La cita no es casual ni gratuita. “En arte es difícil decir algo mejor que no decir nada”. La estética – dicen los apuntes – es el hablar sobre el arte – sobre qué es el arte recomiendo Introducción a la estética de Ignacio Yarza –, y mientras que el arte es una práctica la estética es un lenguaje-objeto sobre dicha práctica.

Pero para Wittgenstein la estética no es la estética, el hablar sobre el arte es simple charla, es simplemente un juego de lenguaje más. En este sentido, la estética en Wittgenstein es hablar sobre el hablar sobre el arte. Así, rechaza toda relación de la estética con la psicología y toda relación de las cuestiones estéticas con las sensaciones y sentimientos. La estética, con mayor propiedad, es el ejercicio de análisis filosófico sobre el lenguaje y las imágenes interiores que genera el arte.

Por tanto, el objeto de la estética para Wittgenstein es el análisis del lenguaje sobre el arte; el análisis mismo de las palabras y de los sentimientos que pretenden expresar tales palabras. Es importante, de capital importancia, la búsqueda de los procesos de creación y recepción con el fin de hallar el auténtico sentido al arte y no el que se pretende conferir. Pero para esto, lo dice el propio Wittgenstein, hay que olvidarse, precisamente, de las palabras: “Desconfianza frente a la gramática es la primera condición para filosofar” (Diario filosófico). Así, es menester un lenguaje interjectivo cuya pretensión no sea significar nada concreto, ya que las palabras – para Wittgentein – no significan nada más que a sí mismas como reglas de juego de un juego. Las interjecciones, por supuesto, responden a algo – al énfasis de algo –, pero la palabra misma no va en contra de la investigación estética si no va más allá del mundo metafísica del interior de cada ‘yo’. De este modo “nos concentramos, no en las palabras ‘bueno’ o ‘bello’, que generalmente no significan nada, sino en las ocasiones en que son dichas, en la situación enormemente complicada en que se localiza la expresión estética, en la cual la expresión estética misma ocupa un lugar casi insignificante”.

Lo realmente importante es la reacción estética y su análisis para saber qué son en realidad; más que los sentimientos y las sensaciones lo verdaderamente trascendente es la conducta, la acción y la reacción y el porqué de ellas, su justificación.


Vía: aragonliberal.es


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