El aniversario de los cincuenta años de traducciones de la obra de Michel Foucault en español nos ha traído una nueva versión de un libro imprescindible para comprender los conceptos de un filósofo capital. El filósofo e investigador Edgardo Castro seguramente sea quien más sabe sobre la filosofía de Foucault (Francia 1926-1984) en el país y ha sido el autor del Diccionario Foucault. Temas, conceptos y autores, nueva versión del Vocabulario de Michel Foucault, editado en 2004, donde considera e incorpora todo el nuevo material publicado hasta el presente del filósofo francés. En diálogo con Ñ, Castro señala las formas de uso del libro, y de paso, las diferentes interpretaciones sobre Foucault, su recepción actual y su perspectiva hacia el futuro. -Los cambios más importantes se deben a que hay mucho material de 2004 hasta acá. Son cinco cursos y esos cursos son importantes porque dos de ellos son Seguridad, territorio, población y Nacimiento de la biopolítica, vinculados con el paradigma de lectura biopolítico de Foucault. Pero además está El coraje de la verdad, El gobierno de sí y de los otros y las Lecciones sobre la voluntad de saber; y otros textos no menores por importancia sino por extensión como la tesis complementaria, todo ese material está incorporado. Y hay dos diferencias más importantes: el aparato de referencias ahora es cronológico y antes era alfabético, y eso es fundamental, porque permite seguir el desarrollo de un tema en una línea de tiempo desglosada, y la otra es que el índice de correspondencias entre la edición francesa y la española es más ágil y está pensando en el lector español y no en el lector francés. Y todo ha sido revisado. -Siempre se cita la idea de que los conceptos en Foucault son para ser usados. La expresión “caja de herramientas” aparece en una conversación de Foucault con Deleuze en el año 1971, que es un concepto muy heideggeriano, porque para Heidegger los conceptos eran instrumentos. El mismo concepto de usuario permite registros distintos. Lo que me parece interesante es que en Foucault no hay algo así como un pensamiento oficial. Puede ser leído en registros diferentes y esos registros diferentes cambian en el mismo año. El concepto de lector es muy pasivo, en cambio el de usuario implica abrir otras perspectivas, es más operativo. -Puede ser, pero lo que es interesante de Foucault es captar siempre la especificidad de un acontecimiento. Y tratar de entender algo en su actualidad. La verdad es que uno podría hablar más bien de una actitud foucaultiana que no depende de una serie de tesis sino de un modo de ver y de interrogarse acerca de la realidad. -Si tomamos a Agamben, Homo Sacer, que es su primer gran libro, es de 1995, y el primer curso de Foucault que se publica en francés Defender la sociedad es de 1997. Por lo tanto, Agamben está antes. Por ello, uno fue a leer los cursos por una problemática abierta por Agamben, como la relación entre la biopolítica y Carl Schmitt, el estado de excepción, o Kojeve y la poshistoria, esos temas no estaban así en Foucault. En torno a esos cursos y la recepción avant la lettre de Agamben se constituyó lo que se podría llamar “el paradigma biopolítico”. Pero a medida que los cursos aparecen uno se da cuenta de que la distancia entre Foucault y Agamben es mucho más de lo que en un principio sospechábamos. La interpretación del totalitarismo moderno es muy distinta en Foucault y en Agamben. En Agamben es un problema estatal, y en Foucault, no. O el problema de la estética en El coraje de la verdad es casi la opuesta a la de Agamben. Por eso es importante que haya una reedición de las traducciones de los libros. Sería necesaria una vuelta a los libros que Foucault publicó en vida después de la lectura de los cursos. -Creo que sí. Hay un problema en el uso. Se corre el riesgo de que pase lo mismo que con la categoría de posmodernidad. Hacia finales del siglo XX todo era tal cosa y la posmodernidad, y ahora pasa lo mismo con la biopolítica. Pero es una categoría que tiene un núcleo conceptual claro y fuerte. -Hay varios factores, primero porque está claro que hay una preeminencia de la biología y la química como ciencias, comparable a lo que fue la física a principios de siglo XX. Y la biología es también una cuestión política, eso es lo que ve Foucault. En la modernidad no se gobierna sin biología. Ese es un factor que Foucault ha visto como un hecho positivo, no necesariamente como un hecho negativo y totalitario. El otro hecho es que Seguridad, territorio, población y Nacimiento de la biopolítica son cursos de 1978, 79 y 80. Y están dedicados al liberalismo y neoliberalismo. En el 79 Margaret Thatcher es elegida Primer Ministro británica y en el 80 Ronald Reagan es elegido presidente de Estados Unidos. Y Foucault está analizando el liberalismo clásico, el ordoliberalismo de Friburgo, el de la escuela de Chicago. Foucault tuvo ese olfato histórico de temas que luego se convirtieron en moneda corriente. -Es un clásico del siglo XX, no sé si de la filosofía solamente. Heidegger y Wittgenstein, sin dudas. Y Foucault también. Después habría que escribir una historia no oficial de la filosofía para entender a estos autores. Foucault sin Canguilhem y sin Dumézil habría sido imposible. -Explícitamente, el del biopoder va desde el 74, en la conferencia de Río, hasta el 80. En el último Foucault hay algo que se dice que no es del todo correcto. Que fue el Foucault de los griegos, eso es parcialmente cierto, porque Lecciones de la voluntad de saber –el primer curso en el Colegio de Francia– está ampliamente dedicado a los griegos. En los últimos cursos me parece que no se ha entendido bien la importancia que Foucault le da al cinismo en el análisis de la modernidad, el último curso es del 84 y la Crítica de la razón cínica de Peter Sloterdijk es del 83. Son dos lecturas del cinismo completamente distintas. La relación cinismo-modernidad es clave. Me imagino una relectura de los libros, después del auge de la lecturas biopolíticas, y una focalización sobre el problema del cinismo y la modernidad. Que dos tradiciones tan distintas lo hayan reformulado no es casual. -Uno podría ver un primer momento militante, uno segundo, más académico y luego, la necesidad de un momento que conjuge las dos cosas. Pero no podría decir todo lo que se hace. Es un autor que ya forma parte de nuestra biblioteca, con lecturas afortunadamente muy diversas. Es una recepción que excede lo académico. Tiene que ver con la capacidad de un autor para servir a la comprensión de lo que pasa. La recepción en Argentina y Latinoamerica deberían ser objeto de las próximas generaciones de investigadores, hay mucho más de lo que uno cree.Cómo leer hoy al filósofo francés y el abuso de la biopolítica como categoría son temas de este diálogo con el autor de “Diccionario Foucault”, el mayor experto argentino en su obra.
POR LUIS DIEGO FERNANDEZ
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