Por Martin Masciardi
¿Cómo definir
estas hojas que tengo en mis manos? No es un trabajo, no me fue requerido por
ninguna cátedra; es decir, no lo hice en el marco de mis estudios
universitarios. Aunque quizá no sea así del todo. Sin embargo el asunto es
simple: es el ejercicio libre de dedicarme al acto de pensar mis lecturas
filosóficas. Es una actividad que implica paciencia, amor y humildad. Ahora sí
pisamos terreno firme. Lo que hice fue realizar una serie de lecturas en las
que intento vincular el pensamiento de Michel Foucault y el cristianismo. Sus
últimas obras permiten apreciar ciertas consideraciones entorno al
cristianismo, aunque algo escasas son de suma importancia a mi ver; sin embargo
no las desarrollaré aquí. Algunas de las obras que estuve leyendo son sus
últimos cursos en el College de France, la Historia de la Sexualidad, algunos
cursos inéditos en castellano resumidos por Tomás Abraham entre otras lecturas
de este tono. Creo que es posible clasificar el siguiente escrito como un
ejercicio libre y personal de pensar y problematizar mis lecturas a las que me
entrego por completo al acto de filosofar, simple y llano como eso. No hay
citas eruditas, ni gala de erudición enciclopédica, ni bibliografía, ni nada de
eso que hace a un escrito universitario. Acá he preferido privilegiar el pensar
libremente mis lecturas por sobre la forma del trabajo académico. Es una acción
personal: leer y estudiar al margen de la universidad. Es una formación
personal y simultánea a la que recibo dentro del claustro académico, actividad
que realizo desde hace unos cuantos años. Pero basta de preámbulos.
En ¨El gobierno de sí y de los otros¨,
Foucault aborda el problema de la Parresía, desarrolla algunos ejemplos en las
obras trágicas de Eurípides pero no es ahí donde me detendré; sino en el
análisis del mismo sobre la ¨Carta VII¨ de Platón.
Platón en la ¨Carta VII¨ hace alusión al problema de la Parresía:
¨He aquí cómo debe
conducirse el sabio frente a frente del Estado. Cuando lo ve mal gobernado, debe hablar¨ (pp. 542) (nota: las cursivas y el
subrayado son míos, salvo que indique lo contrario)
¨Conforme a estos principios os aconsejaré lo que aconsejé en otro tiempo
a Dionisio de acuerdo con Dión, le dije que trabajase
constantemente en adquirir el dominio de sí mismo¨ (pp. 543)
Antes de continuar necesito hacer unas aclaraciones. La obra de Platón
que poseo es de la editorial Anaconda y está traducida al castellano; me fue
imposible encontrar una versión bilingüe. Con lo cual hay una serie de
conceptos claves que no se corresponden con el texto usado por Foucault en sus
cursos. Aclaración mediante, continuamos.
Primero, daré una
escueta definición de Parresía: es una actividad verbal en la que el hablante
tiene relación con:
· La verdad. Hablar
franco y claro
· Se pone en situación de
riesgo
· Con sí mismo y los otros
· Con la ley moral a
través de la libertad
Qué tenemos
hasta el momento, dos conceptos claves de la antigüedad: Parresia y Epimeleia
heautou(cuidado o dominio de sí). Este último es la condición del Gnothi
Seauton(conócete a ti mismo). Epimeleia heauton, es una mirada hacia sí mismo,
un atención con respecto a lo que se dice y hace, es una práctica o acción
concreta para transformar al individuo. En la Carta VII, Platón nos
relata sus actos fallidos por hacer del tirano Dionisio de Siracusa un
gobernante filósofo, para que su gobierno se lleve adelante en el marco de la
justicia y la libertad. Tenemos a un Platón en plena ergon(acción) en referencia a
una situación concreta de poder; la acción del filósofo como la de aquel que
interpela lo real.
Por lo mismo, la lectura que hice de la
Carta VII está realizada a la luz de los últimos cursos de Foucault(sobre todo
¨el gobierno de sí y de los otros¨). No es esto una exposición literal de sus
cursos, sino mi lectura personal utilizando los lineamientos teóricos de
Foucault como disparadores para abordar la Carta VII.
En
esta carta nos encontramos con un Platón activo, que emprende una tarea
concreta, su ergon(obligación
interna que lleva a preocuparse de lo real y moviliza a la acción). Platón en
este contexto no se ocupa del Logos(en
su acepción más amplia), va más allá. Lo vemos actuar bajo condiciones
efectivas orientadas a interpelar la realidad. Aquí la filosofía dejaría de ser
un saber de saberes, sino que al enfrentar lo real se convierte en una acción
en la que el hablar con verdad con referencia al poder implica asumir riesgos.
Dionisio, en efecto, invita a Platón a su reino, lo hace haciendo alusiones del
tipo ¨estoy enamorado de la filosofía¨; pretende someterse bajo la enseñanza
del viejo filósofo para así realizar una conversión de sí y devenir en un sabio
gobernante. Platón desconfía de las palabras del joven tirano, lo pone prueba
refiriéndole lo ardua que es la tarea filosófica y a la que no todos están
preparados para asumir. Por ello mismo, Platón escribe de qué tipo de tarea se
trata:
¨Para hacer esta prueba hay un método excelente, y que consiste
sobre todo cuando se trata de tiranos, particularmente de tiranos llenos de
falsas ideas, como lo estaba Dionisio, y como luego noté. Consiste en hacerles
ver qué gran cosa es la filosofía, qué trabajos exige y qué disgustos
proporciona.
¨Desde luego se advierte que el que ama verdaderamente la filosofía y es
digno de dedicarse a ella, es decir, que tiene un alma divina, encuentra
admirable el camino que se le señala; juzga que es preciso marchar por él, y
que cualquier otro género de vida es despreciable. Después, precipitándose por
él con ardor, arrastra tras sí a su amigo guía, y no se detiene hasta no haber
llegado al término, o por lo menos, a un punto bastante avanzado, para conseguir el objeto, sin otro
guía que sí mismo.
Un hombre de esta condición, animado por
este espíritu, cualquiera que sean las circunstancias, vive y se gobierna en
todas las cosas según los principios de la filosofía, y se entrega
habitualmente al régimen más propio para ejercitar sus facultades, desenvolver
su memoria y hacerse hábil en el razonamiento. Toda otra manera de obrar le
repugna y se abstiene constantemente de ella. Para los que son verdaderamente
filósofos, que sólo tienen la tintura de las opiniones (…), al ver la multitud
de conocimientos que la filosofía encierra, el trabajo que exige, el orden, el
régimen, la discreción que prescribe, creen que semejante estudio es muy
difícil, que es imposible, y no tienen valor para hacer el primer esfuerzo.
¨Algunos están persuadidos de que saben cuánto hay que saber, y
que no necesitan saber más. He aquí la prueba más clara y más segura para
juzgar a los hombres entregados a la molicie e incapaz de resistir el trabajo;
hombres de esta jaez no deben acusar al maestro sino a sí mismos, si son
impotentes para hacer lo que exige la empresa que intentan.¨(pp. 551-552)
Lo
que intenta hacerle ver Platón al tirano es que la filosofía es una tarea y que
esta tarea debe corresponderse con un modo de vida. Es un Ethos. Un modo de ser del sujeto que se
traduce en sus costumbres, la calma con la que enfrenta las adversidades, etc.
Si se adquiere un Ethos bellos, se traducirá en un ejercicio de su libertad de manera
refleja.
Por ejemplo en
Sócrates, la tarea es la de despertar en sus interlocutores la actitud que cada
uno debe tener para poder, por ejemplo en Alcibíades, intervenir en los asuntos
públicos. A su vez Sócrates es un ejemplo entre lo que se dice y se hace. La
filosofía en este caso no es sólo el logos, es además un ethos. Filosofía
implicaría: Epimeleia Hautou-Parresía-Ethos. Hay correspondencia entre estos
tres elementos. No se puede concebir el hablar franco sin un trabajo de sí, sin
una práctica de vida filosófica. Esta tarea filosófica la realiza el filósofo
en relación a lo real, es interpelar a lo real. El filósofo interpelará el
poder, es un parresiasta, un decidor de verdad en referencia a una situación
concreta de poder; en la cual se pone en una situación de peligro. Es decir que
el filósofo hace peligrar su situación al interpelar a los otros a fuerza de
ser sincero. De ahí que la relación de Platón como filósofo con Dionisio
implique un riesgo. Desde este punto de vista, la filosofía es una tarea
inacabada que va más allá del análisis del logos:
¨Cuando se ha examinado por extenso cada cosa con relación a
los demás, los nombres, las definiciones, las percepciones de la vista y las
sensaciones en general, tratadas en discusiones tranquilas en las que la
envidia no dicta las preguntas ni las respuestas, a duras penas la luz de la
sabiduría ilumina entonces los objetos y nos permite en los límites del poder
humano.¨(pp. 555)
El pensamiento
para Platón examina(aunque Foucault habla de roces) nombres, definiciones,
imágenes, impresiones, el pensamiento no se limita al logos. Va más allá, se
examina entorno a lo real y en las ¨discusiones tranquilas¨, no es agon, el decir-verdadero no se
reviste con ropaje retórico. Es el decir franco con el espíritu abierto a
conocer la verdad, es un vínculo.
¨Por todas estas
razones, un hombre grave que estudia cosas graves, se guardara bien de escribir
jamás para la multitud y de atraerse la envidia y otros mil disgustos. De donde
debemos concluir, cuando encontramos un libro de un legislador sobre las leyes
o de otro sobre cualquier objeto, que el autor no ha hablado seriamente aunque
sea un hombre muy serio, y que se ha reservado la mejor parte. Si realmente
hubiera depositado en un escrito sus más serios pensamientos, no quedaba más
partido que decir: no, no son los dioses sino los hombres los que le han
privado de razón.¨(pp.556)
El pensamiento no
es transmisible a cualquiera. Puede apreciarse en esta carta un Platón
que reniega de la escritura y al hacerlo podemos pensar qué lugar ocupan obras
como ¨Las Leyes¨ o ¨La República¨ en la filosofía de Platón. Plasmar nuestras
ideas en un escrito sería una sin razón, ya que pocos nos entenderían y quienes
pueden captarlo no necesitan de un escrito. Creo que este es el motivo por el
cual se expide contra la escritura. También podemos ver esquematizadas las
operaciones del pensamiento:
· Onema
· Logos
· Eidolos
· Episteme
¨Todo esto no forma más que
una unidad, y no reside en el lenguaje, ni en la figura del cuerpo, sino en el
alma misma (…) De estas cuatro cosas, la inteligencia es la que por el
parentesco y por la semejanza se aproxima a la quinta(verdad)¨ (pp.
554)
Los primeros tres
procesos nos permiten conocer a la manera de la teología negativa,
mientras que la cuarta, al estar en el alma, es nuestra posibilidad. Pero
tampoco es suficiente. Por eso el proceso que implica el pensamiento es un análisis constante o fricción(Tribé,
Foucault), entre onema, logos, eidolos y espisteme y este movimiento constante
es el pensamiento. Pero ¿en qué se relaciona esta esquematización sobre el
pensar con la interpelación a lo real?
Dijimos que el
pensar posee ciertos grados y la realidad sólo puede alcanzarse a través del
análisis o fricción y el movimiento que se da en esos grados o como dice Foucault
se alcanza a través del roce(tribé). Pero ¿por qué no se da este conocimiento
por escrito? Porque filosofar(pensar) es una experiencia particular que se da
en una situación concreta y que conlleva este ascenso y descenso que produce el
análisis o roce continuo entre lo real y pensar. De lo que se deduce que el
filósofo no es escritor, tampoco un dador de leyes del tipo Solón o Licurgo, o
sea no es nomoteta; porque la filosofía es móvil, dinámica porque eso mismo es
pensar.
¨Cuando el alma
intenta conocer, no la cualidad, sino la esencia, cada uno de nuestros cuatro
elementos sólo le presenta (…) contradicciones sensible en lo que se dice y se
muestra, y entrega, por decirlo así, el espíritu de todo hombre a mil dudas y
mil oscuridades. Esta es la razón, porque en las cosas en que no tenemos
costumbres de buscar la verdad a causa de nuestra mala educación, y respecto de
las que nos contentamos con la primera imagen que se presenta, no nos parecemos
los unos a los otros ridículos, porque podemos siempre discutir y refutar estos
cuatro principios (onema, logos,
eidolos, episteme). Pero en
las cosas en que exigimos que se responda por el quinto elemento y que se
demuestra, el que es capaz de refutar no necesita más que quererlo vencer, y
hacer creer a los oyentes que el
que expone en su doctrina en sus discursos, sus escritos o sus conversaciones,
no sabe absolutamente nada de las cosas que quiere decir o escribir, porque se ignora algunas veces que no
es el espíritu del escritor u orador lo que se refuta, sino el vicio innato de
los cuatros principios de que hablamos. Recorriendo
con la razón todos estos elementos y examinando de un extremo a otro cada uno
de ellos, apenas se llega a la ciencia, y esto se entiendo cuando las cosas
están bien dispuestas y el espíritu mismo bien preparado.¨ (pp. 555-556)
Platón parece
menospreciar tanto a la escritura como al discurso pero esta disposición no la
hace haciendo referencia a la imposibilidad del conocimiento; lo que Platón
está señalando es: la
insuficiencia del Logos. Sin
embargo no debemos creer que Platón esta renegando del Logos, lo importante es
subrayar su insuficiencia, su limitación porque es esta limitación la condición
de su posibilidad, en su dinámica, haciendo posible el pensar, filosofar, a la
luz del quinto elemento: el Alma.
Sintetizando: ¿Qué
quiere decir todo esto? Que el pensamiento, el acto de filosofar, es una
actividad constante. En la Carta VII, Platón nos exhorta a ir más allá. Seguir
pensando es la tarea. El papel del filósofo en los asuntos públicos será
observar y remover todo, será la conciencia crítica que interpela lo real.
Estamos frente a un Platón diferente o en todo caso a una manera distinta de
leerlo; aquí no es el filósofo legislador que propone un tipo de sociedad
política abstracta y arbitraria, arbitraria porque no tiene asidero histórico.
Es un Platón que interviene en los asuntos públicos. Visita al tirano Dionisio
y lo interpela desde su condición de filósofo poniendo en riesgo su vida. Su
verdad frente al poder es personal y temporal. La verdad del filósofo establece
una correlación especial entre eso que dice, lo que hace, escribe y práctica.
Es un movimiento constante y en esta dinámica accederá al ser. Platón es un
parresiasta, la verdad de su discurso está asociada al quinto elemento, en la
propia alma, y su forma de vida es el testimonio de su decir-verdadero. La vida
filosófica es una verdad que se manifiesta es esta correlación: Epimeleia
heautou-Parresía-Ethos. El filosofo acepta los riesgos que comportan el decir
la verdad, sea frente al tirano o la muchedumbre, la verdad surge entonces en
este vínculo. No hará uso de la retorica, no adorna sus discursos, tampoco
puede sentir temor o sentirse inhibido porque para ser filosofó es necesario
tener CORAJE: el coraje de la verdad. Decir la verdad es asumir un riesgo,
interpelar al poder, desmitificar los discursos del poder es asumir el riesgo
de perder la vida.
La parresía es el coraje de la verdad, es un
ethos condicionado por la virtud, es asumir un rol en lo real. No es actitud
militante, dogmática anudada a la sombra del poder, es un ejercicio
libre y crítico de compromiso real que implica constancia y un trabajo sin fin
sobre uno mismo. Filosofía es asumir la misión de Apolo encomendada a Sócrates,
la de ser un tábano e interpelar la realidad aun al precio de ser conducidos al
cadalso y obligados a beber la cicuta. Porque para ser filósofo es necesario
tener coraje.
6 comentarios:
Cierto. Pero tambien creo que tener coraje para decir la verdad, es una actitud que no se enmarca solo dentro de un filosofo (como se le entiende vulgarmente ahora). Es una actitud que asumen muchos. Yo también comparto la opinión de que un filosofo (en estado natural jjeje), es un ser con coraje para pensar -pensar bien- y decir lo que piensa corriendo el riesgo.
Bakan tu blog.
La verdad no es estática sino dinámica y por lo tanto no es única. Hay que dejar de leer "La Nación" un poco. El poder no es solo el poder político. Hay que interpelar LOS podereS... son muchos y mas taimados que el político (también mayores).
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